Quiero compartir con vosotros este texto que escribí en agosto de 2009, un año que supuso un punto de inflexión en mi vida pues en él hice el Camino de Santiago. Era mi discurso interior.
Dice así:
Aún queda mucho
por hacer, mucho por recorrer, mucho por suceder, mucho por aprender. Sé
perseverante. Aunque a veces tengas dudas, mereces cosas buenas, claro que sí,
…claro que las mereces, y van de camino hacia ti.
Deja de esperar,
ponte en acción, continua en el perseverar, ponte en frecuencia de recibir,
todo te llegará, esa es la manera de pulverizar tu ansiedad. Eres un ser único
e irrepetible y eso te hace excepcional, eres un ser genial; sólo por ello,
mereces lo mejor.
Cuando el
cansancio te invada, considéralo normal, detente y tómate un respiro, tan largo
como precises y tan breve como convenga.
¿Tienes tu
objetivo claro?, entonces pon tu energía en él y esfuérzate en vivir el
presente absoluto, donde todo sucede siempre por primera vez y los miedos
desaparecen porque está permitido equivocarse.
Y continua
dándote aquello que te genera bien-estar para estar bien por duplicado; por un
lado porque te proporciona una sensación de serenidad duradera en el tiempo,
por otro porque podrás compartir esa sensación con los demás, y eso te hace
grande, te convierte en doblemente generoso, para ti y para los otros.
Ten siempre una
sonrisa dispuesta para reglar, por difícil que pueda ser el momento que
atraviesas, siempre hay quien está peor y merece tu sonrisa, le animarás; y si
encuentras alguien que está mejor que tú, regálale la misma sonrisa, que vea
que estás feliz en el presente; recuerda, estás aprendiendo, dale la
oportunidad que aprenda también de ti.
Deja de
compararte y deja de juzgarte. ¿Para qué lo haces?, sé consciente de lo mucho
que te frenas si piensas así. Tu llevas tu propio ritmo, ni es mejor ni peor,
ni es rápido ni lento, …es simplemente tu ritmo.
Si te queda algún RE-sentimiento, deja
de “volver-a-sentir” aquello que tanto de dolió. Cuando te
liberes de esa repetición emocional empezarás a notar la liviandad del fluir.
Sé original,
vuelve a los orígenes. Tu alegría es motivo de alegría, tu tristeza es motivo
de tristeza …¿qué quieres que se lleven de ti?, ¿qué huella quieres dejar en
todos los que te rodean? …entonces sé consecuente con tus actos y recuerda que
la felicidad es el estado natural del ser humano, ¡contágiala!
¿Y tu
autoestima?, ¿y la de los demás?. Pregúntate cómo y quién sería esa persona con
la que te cruzas si le faltase la adulación que recibe de los demás y que en
ocasiones también busca para justificar su autoconfianza, …y pregúntaselo
también a tu propia persona, a ver qué respuesta te das.
Fomenta tu propia
lealtad, dite “SÍ” más a menudo; cultiva tu auto respeto y
se responsable de tus actos. Dejarás de temer la derrota cuando dejes de querer
la victoria.
Haz las cosas con
nobleza y con intención limpia dando lo mejor de ti, es la mejor manera de que
salgan y que además salgan bien, y si se atascan es que tenía que ser así,
agradécelo.
Cuando tengas una
satisfacción, compártela y será el doble; cuando tengas una pena, copártela y
será la mitad …y en el camino crea espacio para que los demás puedan crecer en
buena compañía, la que ofreces.
Sé exquisito con
tus palabras ya que con ellas puedes hacer mucho daño o mucho bien; deja de
tomarte las cosas personalmente o ¿es que eres más importante que el resto de los mortales?;
evita juzgar gratuitamente, indaga antes, y evitarás que te juzguen, y haz
siempre el máximo que esté dentro de tus capacidades.
Cuando dejes de
crecer, habrás muerto. Mientras tanto, aprende, vive a tope el presente, comprométete con un propósito de vida y trasciende desde la bondad de tus acciones. Acuérdate de continuar descubriéndote para saber quién es el ser que eres; haz todo esto día a día: descubrirás la felicidad.
Agosto de 2009.
Un abrazo.
P.S: Confío que nos inspire a todos de cara al esfuerzo que nos queda de aquí en adelante.
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