jueves, 18 de septiembre de 2008

Vulnerabilidad, escucha empática, generosidad y aceptación.

¿Te consideras capaz de realcionarte con las personas de tu entorno (ámbito laboral, social, familiar) desde una posición mental en la que ofreces el 100% de tí y facilitas un buen entendimiento aceptando la singularidad de aquel con el que interactuas?, ¿seguro?

Recuerdo que hace algo más de cinco años participé en la XV Expedición 4x4 Andorra-Marruecos, de diez días de duración (3.500 kms por desiertos, dunas, desfiladeros, pistas de tierra, asfalto, etc). La componíamos 14 miembros, 13 de Cataluña y Andorra, y yo de Madrid. Viajé en tren hasta el punto de encuentro, Valencia. No conocía a nadie y además era consciente de que las etiquetas mentales que podíamos traer unos y otros desde nuestras formas de pensar, tanto en lo social, lo político e incluso en lo deportivo podían ser grandes lastres o condicionantes para el resultado de la aventura.

Nada más incorporarme al convoy de vehículos y saludar a mi compañero de conducción, me dí cuenta que todos hablaban en catalán. Todos los coches llevaban emisora y nos comunicabamos por ellas; los chistes y comentarios hacia "el madriñeño" y Madrid subian de tono; ...pensé, esto si que te va a poner a prueba de verdad; ...y me dije a mi mismo, ¡¡¡hala, sobrevive!!!.

En aquel momento me dí cuenta que todos estábamos condicionados por un sin fin de etiquetas, prejuicios y modelos mentales que actuaban como barrera en nuestro incipiente modo de relacionarnos. De alguna forma estábamos expuestos a condicionar el futuro de nuestra relación de expedición a unas suposiciones y a una escucha previa muy marcada. Reconozco que me asusté un poco.

Habíamos llegado a Almería para coger el ferry que nos cruzaría a Nador. Los coches estaban bien asegurados en la bodega del buque, ya habíamos hecho el reparto de camarotes y nos encontrábamos en la zona de bar. Era el momento de hablar cara a cara con todos ellos; hasta ahora, y a lo largo de más de 400 kms, todo había sido por emisora, salvo en las paradas "técnicas".

Desde el instinto y como un resorte en mi interior, algo saltó por los aires. En aquel momento me dí cuenta que lo que de verdad iba a hacer que nos entendieramos todos (entre ellos tampoco se conocían) era actuar con valentía desde la autenticidad de cada uno, reconociéndonos vulnerables en nuestras creencias, derribando prejuicios, mostrando aceptación, ofreciendo generosidad, soltando lastre de ego y sobre todo, prácticando una escucha ...de esa que los coaches llamamos empática. En ese momento comencé a poner el 100% de mi ser para crear una relación que favoreciese la convivencia y el entendimiento. Las preguntas lógicas de a qué te dedicas, si eres muy aventurero, cuánto tiempo llevas haciendo 4x4 y poco más, eran las habitales, y daban el juego que daban.

Sin saber porqué, tal vez por nervios, lancé una pregunta que cambió el rumbo de la conversación: ¿Qué os ha movido a hacer exta expedición? ...fué como abrir el frasco de las esencias. En ese momento todos callaron y poco a poco, fueron exponiendo sus razones. Lo que me llamó la atención sobre manera fue que todos estábamos embarcados en esta aventuta desertica porque necesitábamos expansionarnos y reencontrar nuestra propia esencia que, por unas razones u otras, la teníamos alterada. Empezamos a hablar desde la vulnerabilidad. El ambiente se distendió muchisimo.

El resto de la expedición se convirtio en un contexto mágico para que todos creciésemos con el apoyo de los otros. Recuerdo a David haciéndonos masajes orientales en las Haimas de M'Hamid, a Isabel escuchándo nuestras inquietudes con entrega absoluta, Joan contándonos sus experiencias como instructor de ski de minusválidos, Mercedes explicándonos las razones de llevar la ayuda a las aldeas marroquies junto a la frontera con Argelia ...y así hasta completar las inquietudes de los catorce que conformábamos la expedición. Empezamos a admirarnos unos a otros, comenzamos a construir una energía común. Todos cumpliamos un rol determinado y estabamos responsabilizados de una tarea.

Día a día, jornada a jornada, y en todo momento, estabamos pendientes unos de otros, en un permanente acompañamiento que favoreciá el crecmiento, nos ayudábamos a reflexionar, a cuestionarnos nuestros puntos de vista, nuestras creencias y bloqueos mentales, manteniendo en todo momento el respeto hacia el otro y desplegando un compromiso de escucha que trascendía a lo emocional.

Ahora, conocedor de lo que el coaching supone para el crecimiento de las personas, identifico claramente que en aquella expedición, la vulnerabilidad, la escucha empática, la generosidad y la aceptación fueron ingredientes vitales que nos permitieron dar lo mejor de nosotros mismos y conformar un gran equipo, muy diverso y con mucha riqueza, al que entre todos le dimos una gran personalidad.

Ya han pasado 5 años y puedo decir que sigo sintiéndoles como una gran familia. Fuimos un gran equipo y aún lo seguimos siendo.

Cuanto os agradezco lo que me enseñasteis.

martes, 15 de julio de 2008

Trabajo en Equipo: triunfar o no triunfar

…he aquí la cuestión.
Lo que sabemos con razonable seguridad es que la mayoría de las empresas, entre las competencias clave de sus profesionales y empleados, piden la de “Trabajo en Equipo”. ¡Como si todo el mundo fuese capaz de ponerla encima de la mesa!

Imagina por un momento que en un proceso de selección o una reunión con tu jefe van y te preguntan: ¿sabes trabajar en equipo? …y desde los pies contestas un rotundo SÍ, creyendo saber que sabes lo que de verdad es trabajar en equipo. Y cuando llega el momento de lucirte, cuando toca remangarse y arrimar el hombro, resulta que algo falla y te das cuenta que en el fondo, no lo tienes tan claro.

En este vídeo tenemos un buen ejemplo de lo que es trabajar en equipo, queda muy explicito. Fíjate bien y al verlo, hazte permanentemente esta pregunta: ¿qué te llama la atención de cada uno de los cuatro miembros?




Para trabajar en equipo hacen falta infinidad de ingredientes que combinados en su justa medida, dan un resultado impresionante. Generosidad, humildad, aceptación, sentido de pertenencia, responsabilidad, compromiso, buen humor, asertividad, liderazgo, automotivación, complementariedad, diversidad, creatividad, debate, veracidad, transparencia, escucha, comunicación, valentía personal, capacidad de dar y recibir feedback …cada uno sabe y conoce bien lo que le corresponde hacer y además es consciente de rol que desempeña. Puedes ser el aglutinador, el decisor, el conciliador, el impulsor, el animador, el crítico, el gestor del tiempo, el reflexivo, el del humor …y así hasta el infinito. Todos aportamos riqueza a la despensa de las soluciones y por supuesto, todos somos generadores de unas normas internas que vertebran el equipo y le dotan de cultura propia.

¿Todo esto hay en un equipo? Sí, y además, existirá como tal en tanto el compromiso, la energía y el espíritu de sus miembros sea constructivo y tengan claro el objetivo común por el que esforzarse y mejorar.

Como dice Luis Carchak, hay que tener muy presente que “el éxito del equipo está por encima del brillo individual de sus integrantes”, es decir, lo que hagamos entre todos y gracias al esfuerzo de todos es más importante que los medallismos de algunos, …pero claro, el ego nos asalta una y otra vez ...¿cómo voy a renunciar a la oportunidad de tener mi minuto de gloria?. Piensa en una cosa: cuando aplauden a un coro, aplauden a todos sus integrantes, no sólo al bajo o a la soprano. Imagina un coro en el que uno de los integrantes, por puro ego, quisiera destacar por encima del resto, ¿que pasaría?


Cuando trabajamos en equipo, cada uno cumple con la tarea asignada y además da un poco más de sí mismo poniéndose al servicio de sus compañeros, brindando su mejor disposición y energía …y para hacerlo, puede plantearse estas tres removedoras preguntas que nos hizo Leonardo Wolk (Coaching: El arte de soplar brasas y Coaching: El arte de soplar brasas en acción) en un vivencial al que asistí en noviembre de 2007:
- ¿Quién voy a ser dentro de este equipo?
- ¿Cuánta responsabilidad voy a asumir?
- ¿Cuánta victimización voy a dejar atrás?

En un equipo hay tres áreas de resultado: La Tarea, El Yo, y Las Relaciones Interpersonales, …y en éste ámbito te traslado otras tres preguntas que nos formuló Leo Wolk:
- ¿Cómo vamos a reaccionar ante los errores?
- ¿Cómo nos vamos a comunicar?
- ¿Cómo nos vamos a organizar?

A partir de aquí, reflexiona y empieza a construir tu equipo. ¡Seguro que triunfas!

domingo, 6 de julio de 2008

¿Qué es Coaching?

Es la disciplina en la que, por medio de un proceso conversacional, el “coach” asiste al “coachee” (cliente) a qué éste último desarrolle su máximo potencial y expanda su capacidad de acción efectiva.

Un coach, parte de la premisa que toda persona es plena, completa y tiene un talento por descubrir. Los coaches, nos convertimos en facilitadores de la labor de traer a la superficie el potencial latente y oculto de las personas, ese diamante en bruto que todos tenemos en nuestro interior y que sólo le falta la oportunidad de ser mostrado para brillar.

El proceso de coaching, por lo general, se desarrolla en sesiones conversacionales de hora y media, y puede llegar a durar de tres meses a varios años. En este tiempo, coach y coachee exploran las creencias de vida que éste último tiene y en qué medida le limitan o le impulsan para alcanzar la meta establecida o declarada, ya sea en el ámbito personal o profesional.
Con preguntas certeras, reformulaciones, parafraseos, interpretaciones y el compartir de sensaciones e intuiciones, el coach muestra en una acción de espejo o reflejo gran parte de la forma de ser, pensar, actuar, reaccionar y accionar que el coachee tiene ante la vida. En este contexto, el cliente tiene la gran oportunidad de “re-conocerse” (volver a conocerse), descubrir sus puntos de ceguera personal y con ello explorar su forma de desenvolverse desde un punto de vista más objetivo o simplemente distinto.

Este cambio de “observador” permite que el cliente se aproxime con otra perspectiva al problema, dificultad o reto al que se esté enfrentando. Einstein decía que, todo problema tiene una solución y si no encontramos la solución es que es un problema mal formulado; el cambio de observador nos permite reformular nuestro reto para encontrar su solución, solución que está en el propio problema.

A lo largo del proceso de acompañamiento, un coach, no juzga, no opina, no aconseja, no induce, su papel es más efectivo cuanto mayores habilidades tenga para abrir un abanico de posibilidades de actuación a su cliente, todo ello desde los pilares que sustentan toda relación: su capacidad de generar contexto, aceptación, generosidad, confianza, sinceridad y nivel de compromiso con la causa de su coachee, quien deberá en todo momento tomar independientemente sus propias decisiones en función de lo comprometido que esté con alcanzar su meta declarada. Quien establece el plan de acción es el coachee y sólo él.

Esta disciplina está contribuyendo significativamente a que equipos directivos y mandos intermedios y personas clave de empresas como Endesa, Repsol, Telefónica, BBVA, Banco Santander y otras muchas, puedan enfocar su potencial hacia el desempeño de su trabajo, alcanzando con ello resultados extraordinarios.

Lo cierto es que todas las empresas que han entrado en procesos de coaching han obtenido un retorno de doble cara. Por un lado el significativo incremento en motivación, cohesión, liderazgo, capacidad de trabajo en equipo y lealtad de los empleados y por otro la rentabilidad económica, llegando en algunos casos a multiplicar por siete los resultados de años anteriores.

El coste de un proceso de coaching puede variar bastante en función del nivel de experiencia de los coachees, su bagaje profesional, el nivel de formación que tengan, los objetivos a alcanzar por parte del cliente, la duración del proceso, y un largo etcétera. La otra inversión de la que pocos hablan es la del ingrediente fundamental: “el compromiso del cliente en el proceso”. Un proceso económico bien aprovechado y con fuerte compromiso por parte del protagonista se convierte en un multiplicador de la inversión, convirtiendo el proceso en algo tremendamente efectivo.

Los coaches, sólo invitamos la reflexión; la decisión de pasar a la acción, siempre es del “coachee” (cliente).

sábado, 5 de julio de 2008

Una vocación identificada muy a tiempo

Corría el año 1998 y ya notaba yo un gusanito que me recorria por dentro y que estaba relacionado con el desarrollo del potencial de las personas. En paralelo a mi trabajo "formal" tenía una participación en una empresa dedicada a la creación de programas de Outdoor Training, Motivación, Liderazgo y Trabajo en Equipo que me proporcionaba grandes dosis de energía para enfrentarme a "mi rutina profesional". Diseñabamos programas verdaderamente innovadores para empresas de mucha envergadura. Era un hobbie que me ponía las pilas y que además daba ingresos extras. Realizando esos programas para las empresas empecé a sentir mi vocacion.

Lo curioso es que, incluso bastante antes de tan mágnificas prácticas vocacionales, en todas las empresas por las que he pasado he puesto especial cuidado en estar pendiente de mis compañeros, quienes me decían: "¿por qué no te metes a psicólogo o algo parecido? ...es muy gratificante poder hablar contigo y que nos escuches, es increible como nos ayudas a mantener el nivel de motivación y rendimiento sobre todo cuando estamos pasando momentos difíciles (reorganizaciones, despidos, cambio de dirección, desmembramiento del equipo), siempre nos haces ver las cosas desde otro punto de vista" ...y yo, muy modesto contestaba: "lo hago para que estéis mejor, quiero veros mejor, valéis mucho ...y yo valgo más si estoy junto a vosotros. Si fuese posible vivir ayudando a las personas como os ayudo a vosotros, ya lo estaría haciendo" ...y resultó que el tiempo se ocupó del resto.

Era 2005 y la etapa de las grandes compañías en las que yo había estado trabajando llegaba a su fin después de un ERE, una incorporación prometedora a una inciativa empresarial y una salida forzada con decepción de una empresa con cuyo proyecto me sentí muy identificado y viví como propio. Me sentía exausto, fuera de juego a nivel profesional, necesitaba ayuda y me paré a reflexionar. Por aquellas fechas, una buena amiga mía me hablo del "coaching" y me dijo que me vendría muy bien pasar por un proceso para regenerarme ...lo mejor es que tiempo después, acabé certificado como Coach Ejecutivo y de Equipos Directivos.

Hoy por hoy, con aquello absolutamente superado, estoy muy agradecido de haber vivido aquellas experiencias tan amargas y la oportunidad que supusieron para mi y el comienzo del camino que me ha llevado a materializar la vocación que identifiqué a tiempo.