viernes, 8 de febrero de 2013

Nuestra falta de Valores es así... ¡Ya basta!


Hace unos meses, CanalCEO publicó un artículo que escribí en el que hablaba de los valores perdidos. Un texto en el que compartía la necesidad de tomar conciencia de la necesidad de volver a los valores, de revisarnos nosotros mismos y de empezar a ser nosotros, en primera persona, los que empecemos a vivirlos en nuestro día a día, comportándonos desde ellos. Su título, Los valores perdidos, es en cierto modo una denuncia y a la vez una llamada de atención para entrar en responsabilidad e iniciar el camino de recuperarlos.

Entre los comentarios a mi escrito, me he encontrado este texto que nos ha dejado Mª Carmen Camacho Gil y que escribió de Jose Antonio Flores Vera, una historia que refleja la más absoluta y fiel realidad de nuestra sociedad, esa que tanto protesta y se queja de la situación económica, esa que tanto critica a la clase política, esa que antes ve la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

He aquí el texto sobre el que podríamos empezar a reflexionar y cuestionarnos si tenemos lo que nos merecemos:

(Conversación entre dos amigos en la barra de cualquier bar, cualquier día de la semana de cualquier año, de cualquier población –todos los nombres son ficticios-)

- ¿Qué vas a tomar?
- Una Alhambra especial
- Por favor, dos Alhambras especiales
- Oye, ¡cuánto tiempo sin vernos!
- Sí, ya era hora que echáramos unas cervezas y charláramos.
- ¿Cómo te va?
- No me puedo quejar. Sigo aún con el taller en el pueblo. ¿Y tú?
- Bueno, pasé por el tribunal médico y me dieron la invalidez gracias a Juan Solá, el abogado del pueblo, pero sigo atendiendo el negocio con mi mujer aquí en la capital.
- Has hecho bien porque está muy jodida la situación. Yo tenía a tres trabajadores contratados en el taller, pero hablé con ellos y llegamos a un acuerdo de despido, pero siguen trabajando.
- ¿Están despedidos y siguen trabajando?
- Sí. Nos viene bien a todos: yo me ahorro los seguros sociales, que son altísimos y ellos cobran el paro y el sueldo, pero claro les pago menos que cuando tenían contrato. Todos contentos: Ellos ganan más y yo también.
- ¿Y si te enganchan?
- ¿Quién va a pasar por el pueblo? Además, los tres talleres del pueblo hacemos lo mismo y no nos vamos a denunciar unos a otros porque nos perjudicaríamos.
- ¡Ah¡ vale! A nosotros, en el negocio, un día nos visitó un inspector de trabajo y, por suerte, yo me encontraba en la puerta del local, fumando un un cigarrillo.
- ¿Pero estaría tu mujer?
- No, que va, el negocio en realidad lo llevo yo, pero les dije que lo regentaba mi mujer, que es la que aparece en los papeles, y que yo estaba allí ocasionalmente porque ella había salido un minuto a un asunto urgente. Suerte que al ‘panchito’ que tengo allí sin contrato estaba ese día en el médico..
- ¿Y se lo tragó?
- Al parecer sí. De hecho se fue y no ha vuelto más. Pero sí, me acojoné un poco ya que si el inspector no se traga aquello nos multa y a lo mejor hubiera perdido yo la paga. Al menos eso me dijo Juan Solá.
- La verdad, es que estos inspectores son unos crédulos o a lo mejor es que están desmotivados porque ganan menos. Total, para lo que hacen, mucho ganan aún.
Hablando de inspecciones, mi hija pequeña estuvo a punto de perder la beca porque alguien fue por ahí contando que el taller no estaba declarado y nos daba muchos ingresos y tal. Desde ese día le he prohibido que vaya con su BMW X1 y su iPhone 5 a clase.
- ¿Y qué pasó?
- No nada, no se pudo demostrar lo que decía el cabrón anónimo ya que lo tengo bien atado. La niña sigue cobrando todos los años la beca máxima, unos 5.000€, que son para ella solita.
(Irrumpe un tono de teléfono móvil: ¡¡¡Por mi hija maaaaato!!!)
- Tío, que me he llevado un repullo con ese tono de la tipa esa de la tele ¿cómo se llama…?
- Sí, la Esteban, esa sí que es lista, jeje, perdona, que es un proveedor. ¡Oye, que significa esa factura con IVA del otro día! ¿Cómo? Nada de eso. Me la emites de nuevo sin IVA o no cobras…sí, hasta las seis estoy allí. Hasta luego.
-  ¿Te quieren meter el IVA?
- Sí, se lo he dicho al tío de las pizzas mil veces y sigue dale que te pego con el IVA de los… y para colmo ahora que lo han subido los chorizos estos del Gobierno.
- Sí, vaya mierda de país, con tantos impuestos.
- Por cierto, sabes que me he comprado un Audi.
- ¿Sí ¿Cuál?
- El Q7
- Joder ¡el que llevan los futbolistas!, que pedazo máquina… te habrá costado un pastón.
- Sí, es caro, pero me he ahorrado una pasta. Si quieres te digo cómo.
- Dime, dime…
- ¿Tienes a algún minusválido en tu familia o a alguien de confianza que lo sea?
- Pues no sé, tendría que verlo…
- Yo lo he puesto a nombre de mi padre que, como sabes, tiene una gran minusvalía. Me he ahorrado el Impuesto de Matriculación, me han hecho una rebaja en el concesionario, no pagaré jamás el Impuesto de Vehículos al Ayuntamiento y, para colmo, aparcaré donde me salga de los güevos, en cualquier plaza de aparcamiento reservada para minusválidos ¿Por qué te crees que hay tanto coche de gran cilindrada con el cartel de minusválido en las calles?
- Estás en todo, macho, pero ¿se tragarán que tu padre conducirá eso con 80 años siendo minusválido?
- Éstos del Ayuntamiento se lo tragan todo. Por cierto, hablando del Ayuntamiento ¿te has enterado lo del alcalde del pueblo? ¡Qué cabrón! ¡Que bien amañado lo tenía todo!, ¡Qué poca ética! A mí me extrañaba que la recogida de basura siempre la ganara la misma empresa.
- Sí, ¡Qué cantidad de corruptos nos gobiernan! Y para colmo hay que sostenerlos a todos. ¿Y el asunto de ese que era presidente de la Junta, dándole un pastón a la empresa de la hija?, por no hablar de las comisiones del niño… que manada de corruptos, ¡vaya mierda de país!
- Ni que lo digas, vaya país de sinvergüenzas y corruptos nos gobiernan. No hay que votar a ninguno, que son todos iguales. Van a lo que van.
- Oye, quieres otra cerveza.
- Sí, si, vale. Pero disculpa un segundo, que voy a asomarme a ver el coche, que está en segunda fila.

Es el momento de empezar a jugar limpio, es el momento de volver a los valores y comenzar a ser ejemplares, a comportarnos con rectitud, de denunciar lo que está mal siempre y cuando tengamos la valentía de reconocer nuestras artimañas y falsedades.

Si queremos recuperar los valores perdidos, tendremos que empezar en casa, dentro de cada uno, en nuestro entorno inmediato.

Gracias Carmen y José Antonio por tan clarificadora historia. Sin duda, tenemos lo que nos merecemos... sin embargo, estamos a tiempo de rectificar.

¿Cuando vas a empezar a ser el cambio que quieres en el mundo?, ¿Cuándo vas a dejar de quejarte de otros que hacen lo mismo que tu haces?, ¿cuándo vas a dejar de culpar a los demás de tu problema?, ¿cuando vas a empezar a comportarte de forma responsable?, ¿cuándo vas a darte cuenta del daño que generas con tu comportamiento?, ¿qué vas, a esperar a que empiecen los demás a cambiar para cambiar tu?, ¿qué vas a hacer con tu ego, con tu soberbia, con tu prepotencia?, ¿vas a seguir quejándote sin siquiera mirarte a un espejo?, ¿que te falta para ser capaz de reconocer que tampoco tu juegas limpio?

Espero que nos sirva para reflexionar.