viernes, 30 de julio de 2010

La "Buena Educación"

Quiero compartir en estas líneas una de las experiencias más impactantes que he vivido como conferenciante y coach. Algo así es lo que verdaderamente nos mueve a la reflexión y sobre todo al aprendizaje de nosotros mismos, ¿o no?


Viernes 11 de junio de 2010. La mañana se debate entre nubes y claros, las temperaturas han bajado mucho. Recojo a una amiga (colega profesional) en Plaza de Castilla para ir a un “Colegio Especial” para “muchachos especiales”. Vamos a darles una conferencia taller especial para que encuentren un trabajo en el que ser útiles. Tienen discapacidad intelectual, su I.Q. está muy por debajo de lo habitual, son especiales.

Ya hemos preparado el PC y el proyector. Poco a poco llegan y van llenando el gimnasio que, acondicionado con sillas, va a ser el sitio donde pasemos tres horas juntos. Ante nosotros tenemos a más de sesenta chavales de entre 17 y 19 años, ilusionados, rebeldes, inquietos, curiosos, alegres, espontáneos, despiertos, vivaces, dispuestos a escucharnos; quieren aprender más. Tenemos una responsabilidad muy importante: Transmitirles un mensaje constructivo y valioso que les sirva para reflexionar y dar lo mejor de sí mismos en el día a día. Queremos enseñarles algo de verdadera utilidad.

En un momento de la conferencia se genera un debate con uno de ellos. Juan, que así lo voy a llamar para mantener su anonimato, con un I.Q. que estimo ni llega a 60-70, dice:

-No entiendo por qué ‘los normales’ me quitan el sitio en el autobús, me pisan la mochila, se meten conmigo, son maleducados con los pasajeros, fuman porros, se emborrachan y hacen tantas tonterías; ¿por qué 'los normales' son así y nosotros respetamos a todo el mundo, pedimos las cosas, agradecemos las ayudas y damos lo mejor de nosotros sin esperar nada a cambio?-

Fui incapaz de responder, me quedé sin palabras, sin argumentos; a mi compañera se le llenaron los ojos de lágrimas y tuvo que volver la cabeza para digerir en silencio semejante bochorno emocional.

Desde entonces reflexiono sobre esto que vivimos y me he dado cuenta que a estos chavales les educan de una manera "especial": les educan en valores, en rectitud, les inculcan el positivismo, el sentido de respeto al distinto, su aceptación tal cual son, les enseñan a gestionar sus emociones, les ayudan a desarrollar códigos de comunicación que faciliten el entendimiento, les educan desde el cariño, desde el refuerzo, desde la construcción de una autoestima en el descubrimiento de sus brillos, les educan en la perseverancia, en el esfuerzo, en la constancia, les enseñan a hablar de cómo se sienten, les enseñan a pedir ayuda, a disculparse, les invitan a ayudar y arropar al que es más torpe, al que le cuesta más o tiene menos habilidades, les hacen comprender que tienen limitaciones y que desde ellas pueden hacer mucho y conseguir muchas cosas si se esfuerzan en superarse. Les enseñan que son PERFECTAMENTE CAPACES, les enseñan a CREER EN SI MISMOS… ¡Casi igual que nos enseñaron a nosotros, “los normales”!

Mi lectura es que son "especiales" porque reciben la educación que entiendo debería ser "normal", con unos contenidos que permiten el desarrollo de la persona y su potencial como prioridad fundamental (por eso soy Coach); sin embargo, los "normales" recibimos una educación que nada tuvo de especial, construida sobre la base del conocimiento racional, la reprimenda, el miedo, la competitividad, el individualismo, la egolatría, el hedonismo, dejando de lado la “buena educación”, la que forma seres humanos rectos e íntegros. Crecemos en la rivalidad, en el materialismo, en el condicionamiento externo en vez de crecer en el conocimiento interno como una vía de nutrir nuestro crecimiento.

¿Crees en la "Buena Educación"? Nosotros los coaches vivimos de ella.