Hace poco, una buena amiga mía me envió por mail algo que ahora comparto con vosotros. A ella se lo envió alguien y a ese alguien, otro alguien. Al final con buen criterio y mejor inspiración en la redacción, creo que recoge mucha sabiduría.
Dice así:
La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma.
- Muchas veces, el resfriado chorrea cuando el cuerpo es incapaz de llorar. La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma.
- El dolor de garganta ahoga cuando es imposible comunicar las aflicciones.
- El estómago arde cuando las rabias se quedan retenidas.
- La diabetes invade cuando la soledad duele y falta dulzura en nuestra vida.
- El cuerpo engorda cuando la insatisfacción crece y las emociones contenidas se acumulan.
- El dolor de cabeza aprieta y deprime cuando las dudas aumentan y estas se agarran a pensamientos negativos.
- El corazón afloja el ritmo cuando el sentido de la vida parece terminar y el pecho cruje cuando el orgullo esclaviza.
- La presión arterial sube cuando el miedo aprisiona y el control nos obsesiona.
- Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
- La fiebre calienta cuando las defensas reconstruyen las dinamitadas fronteras de la inmunidad.
- Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
- El cáncer mata cuando te cansas de "vivir"… y vives sólo cuando decides amar a fondo todo lo que te sucede (a ti mismo y a los demás).
…y yo pregunto...
Y tus dolores callados ¿qué te dicen a través de tu cuerpo?
Desde mi punto de vista, creo que es muy difícil encontrar una persona positiva y equilibrada mentalmente que tenga permanentes dolores de cabeza como los que padece el triste, pesimista y victimista; es extraño encontrar una persona con úlcera y que a la vez esté a gusto con su momento vital, lo más seguro es que esté en rebeldía absoluta contra alguien o algo; qué raro es dar con alguien que viviendo con alegría tenga problemas de hipertensión, sin embargo es fácil encontrar gente con resentimiento y problemas de “corazón” yendo al cardiólogo; o alguien que tenga dolores de espalda y lleve una vida liviana de preocupaciones y cargas; también están aquellos a quienes les “pesa” algún tipo de carga de conciencia y tienen problemas de espalda.
Aunque hay excepciones que confirman la regla, es excepcional alguien que teniendo claro lo que quiere en su vida a nivel interno y profundo, tenga mala salud y el cuerpo vaya en contra de su deseo vital intimo; más bien todo lo contrario.
Los complejos, los miedos, las inseguridades, las desconfianzas, las bajas autoestimas, el abandono interior y los nervios se somatizan y dan paso a un cuerpo que grita con dolores de cuello, de espalda, de estómago, con catarros, infecciones, apendicitis, úlceras, estreñimientos, ronqueras, hipertensiones, dermatitis y un largo etcétera.
El final del texto que me envió mi amiga, dice así:
La enfermedad no es mala, te avisa que te estás equivocando de camino. Recuerda que “El camino a la felicidad no es recto”. Existen curvas llamadas equivocaciones, existen semáforos llamados amigos, luces de precaución llamadas familia, y todo se logra si tienes una rueda de repuesto llamada decisión, un potente motor llamado amor, un buen seguro llamado fe y abundante combustible llamado paciencia.
…y añado de nuevo…
Hace tiempo me prescribí el siguiente tratamiento que aún hoy cumplo escrupulosamente.
Prométete amarte a ti mismo y todo lo que la vida conlleva, ya sea favorable o adverso. Ábrete a aprendizajes, búscalos en cada cosa que te suceda, permítete un error, o dos, o tres y ríete de ti, piensa que es una oportunidad única para aparcar el “ego” y ver tu mejor lado humano. Agradece cada día y con él la posibilidad de hacer algo nuevo, es tu gran oportunidad diaria. Sé consciente de que muchos desearían tu vida y a veces la malgastas. Ayuda al que lo pasa mal y comparte algo sencillo con quién está bien; a los dos, míralos a los ojos con una mirada limpia. Ofrece tu mejor sonrisa cuando quieras recibir sonrisas, de lo contrario recibirás caras largas y malos modos. Si algo te cuesta y necesitas ayuda, pídela transmitiendo esa confianza que tú necesitas para acometer esa tarea que desconoces. Deja de quejarte de la situación y de verla como un problema, recuerda que si estas en ella eres parte del problema y por ello también eres parte de la solución. Y lo más importante, si algo te sale mal, en vez de culpabilizarte y auto flajelarte, perdónatelo y date el espacio para ofrecer tu mejor versión. Tu propio Amor a ti mismo te sanará y te sacará adelante.
Y ahora, para terminar, me gustaría hacerte una pregunta ¿qué tratamiento vas a prescribirte?
Un abrazo.
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