Cuando el cansancio te invada, considéralo normal, detente y tómate un respiro, tan largo como precises y tan breve como convenga. ¿Tienes tu objetivo claro?, entonces pon tu energía en él y esfuérzate en vivir el presente absoluto, donde todo sucede siempre por primera vez y los miedos desaparecen porque está permitido equivocarse. Y continua dándote aquello que te genera bien-estar para estar bien por duplicado; por un lado porque te proporciona una sensación de serenidad duradera en el tiempo, por otro porque podrás compartir esa sensación con los demás, y eso te hace grande, te convierte en doblemente generoso, para ti y para los otros.

¿Y tu autoestima?, ¿y la de los demás? Pregúntate cómo y quién sería esa persona con la que te cruzas si le faltase la adulación que recibe de los demás y en ocasiones también busca para justificar su autoconfianza, …y pregúntaselo también a tu propia persona, a ver qué respuesta te das. Fomenta tu propia lealtad, dite “Sí” más a menudo; cultiva tu auto respeto y se responsable de tus actos. Dejarás de temer la derrota cuando dejes de querer la victoria. Haz las cosas con nobleza y con intención limpia dando lo mejor de ti, es la mejor manera de que salgan y que además salgan bien, y si se atascan es que tenía que ser así, agradécelo.
Cuando tengas una satisfacción, compártela y será el doble; cuando tengas una pena, copártela y será la mitad …y en el camino crea espacio para que los demás puedan crecer en buena compañía, la que ofreces. Sé exquisito con tus palabras ya que con ellas puedes hacer mucho daño o mucho bien; deja de tomarte las cosas personalmente o es que eres más importante que el resto; evita juzgar gratuitamente, indaga antes, y evitarás que te juzguen, y haz siempre el máximo que esté dentro de tus capacidades.
Cuando dejes de crecer, habrás muerto, mientras tanto, vive, vive a tope el presente, ten presente tu objetivo, está ahí para que lo alcances, y acuérdate de ser quien eres y de continuar descubriéndote, hazlo día a día.